Un
dolor de diente o dolor de muela suele ser el resultado de caries dentales o algunas
veces de una infección.
El
dolor de muelas es un dolor alrededor de la mandíbula o cara.
La
causa del dolor de muelas puede ser irritación de un nervio en la raíz,
infección, caries o pérdida de un diente.
La
pulpa dentaria es un tejido suave y esponjoso que tiene muchos nervios
sensibles y vasos sanguíneos.
Esta
pulpa está rodeada de muchas capas de tejido duro, y la capa externa está hecha
de esmalte.
La
causa del dolor de muelas es la inflamación de la pulpa del diente.
Esto
se denomina pulpitis y a menudo se debe a una caries.
Se
trata de la formación de agujeros (cavidades) en el diente que dejan expuesto
el nervio de su interior.
La
comida y las bebidas (sobre todo si están frías o calientes) que tocan el
nervio causan dolor.
Si
no se hace un tratamiento, la pulpa del diente muere y se infecta.
Esto
lleva a la formación de un absceso, que provoca un dolor punzante fuerte y
continuo.
Con
frecuencia, el dolor de muelas empieza repentinamente y puede ir de un malestar
leve a uno muy agudo.
Puede
notarse un dolor punzante constante o intermitente en la cabeza, mandíbula y
oído.
Normalmente,
el dolor es más fuerte al comer o beber, sobre todo si está muy frío o caliente.
En
la parte del dolor de muelas, la mandíbula puede estar adolorida o estarlo al
tocarla.
Los
síntomas típicos del dolor de muelas son: dolor al masticar, sensibilidad a la
comida fría o caliente, sangrar alrededor del diente o la encía, hinchazón
alrededor del diente e hinchazón de la mandíbula.
El
dolor de muelas sobreviene cuando se inflama (pulpitis) la pulpa del centro del
diente.
Esto
suele suceder si hay una caries, que es una pequeña fractura (grieta) o un
agujero en el diente.
También
puede haber dolor de muelas después de algunos tipos de tratamientos dentales.
Una
Infección dental o absceso dental es una complicación de la caries dental y
también puede resultar de un trauma al diente, como cuando un diente se rompe o
recibe un golpe.
Las
aberturas en el esmalte dental permiten que las bacterias infecten el centro
del diente (la pulpa).
La
infección puede propagarse desde la raíz del diente hasta los huesos que lo
sostienen.
La
infección ocasiona una acumulación de pus (tejido muerto, bacterias vivas y
muertas, glóbulos blancos) e inflamación de los tejidos internos del diente.
Los
objetivos del tratamiento son eliminar la infección, preservar el diente y
prevenir complicaciones.
Se
pueden recetar antibióticos para combatir la infección.
Los
enjuagues bucales con agua tibia y sal pueden ser calmantes y los analgésicos
de venta libre pueden aliviar el dolor de muelas y la fiebre.
No
se debe colocar aspirina directamente sobre el diente o encías, ya que esto
aumenta la irritación de los tejidos y puede provocar úlceras bucales.
El
tratamiento de conductos se puede recomendar en un intento por salvar el
diente.
En
caso de presentarse una infección severa, se puede extraer el diente o se puede
necesitar una cirugía para drenar el absceso.
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